miércoles, 11 de abril de 2012

Es que a veces el Sol nos molesta, por no decir que siempre.

Cuando era pequeña me decían que aunque algo que me regalasen no me gustara tendría que ponerle siempre, siempre, siempre buena cara. Yo hacia caso, como a casi todo lo que me decían. Recuerdo muchas cosas que me regalaban que no me gustaban, las recuerdo una a una y quizás es por haber puesto buena cara. Las muñecas de porcelana, siempre las he odiado y siempre he sonreído cuando me regalaban una. Es una tontería pero reconozco que me molesta, ahora que lo recuerdo. Porque aún hace poco hice algo porque me lo mandaron y también hace poco que caí en que nunca hay que hacer algo porque te lo manden, claro está hablo de sentimientos porque debido a los tiempos que corren no se nos ocurre a nadie que en el trabajo  o instituto que nos manden hacer algo y no hacerlo "por que no me da la gana", porque me di cuenta que iba a hacer algo que no sentía y después me arrepentiría de no cumplir con ello y por eso mismo no lo hice. Volviendo a los regalos de cuando era pequeña, también recuerdo esas pequeñas cosas que poco valor tenían pero para mi todo el del mundo. Siempre me acordaré de los Kinder de los domingos, de aquella pulsera de Sol, de mi primera cámara de fotos que mi hermano me regaló cuando cobró su primer sueldo y eso y no la cámara es lo que recuerdo con más amor, los pijamas de mi abuela. Aún así me acuerdo mucho más de "las feas de porcelana". Después de pensar en que hoy en día hay que ponerle buena a cara a todo, y no sólo por llevar la contraria, yo pondré mala cara y si alguien me pregunta simplemente diré: "Que el Sol me molesta".

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