lunes, 23 de enero de 2012

No en todos los cuentos las madrastras son malas.

Siempre que quiero empezar algo, me cuesta. No se porqué pero siempre me pasa, me pasa con todo, me pasa incluso cuando conozco a alguien. Me pasa incluso cuando no conozco y juzgo, también me cuesta reconocer que me equivoqué. Hoy puedo decir que no me arrepiento de nada, solo de haber dicho, quizá, cosas que no debería. Otra cosa que me cuesta mucho es confiar, no confío nunca bueno casi nunca. Pero que pasa, que hay de especial en ti, en que contigo no me cuesta. Me explico: Me costó conocerte, no me costó juzgarte pero si reconocer que me equivoque. No me cuesta confiar en ti porque tú lo has hecho así.
Esto es una tontería pero de alguna manera tengo que demostrar que me da igual todos y cada uno de aquellos comentarios, me dan igual hoy me di cuenta. Por eso y estoy segura de ello seré la mejor madrina del mundo. Ahora he de confesarte algo, me dabas mucho miedo, me daba miedo todo, pensaba que jamás nos llevaríamos bien, pensaba que nunca podría aceptarte. De verdad, lo pensaba. Cuando me dijisteis que tenia que irme una semana entera, pensé que me moría y mira no me he muerto. Estaba tan nerviosa, tan nerviosa... Y al final paso tan rápido. Y después de eso todo fue como una balsa en aceite, bueno siempre matizando algún ogro, que no tienen remedio. Y después de todo aquí estoy yo, dándote de nuevo unas gracias que jamas me cansaré de dar. No diré nada más, nada más por hoy, bueno sí, que no todo es como lo pintan. 

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